Los límites en la crianza

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Los límites en los niños, esa cosa de la que todo el mundo habla pero que, cuando queremos llevarlo a la práctica de forma respetuosa hacia el niño, es tan difícil…

Primero de todo, decir a todos los padres que somos personas, que tenemos sentimientos y que es “normal” que a veces no demos la respuesta mas adecuada ya sea por tener un mal día o porque estamos haciendo la cena y decimos la típica frase de “porque lo digo yo”. Tranquilos, todos alguna vez erramos con lo mismo.

¿Son necesarios los límites?

Si, son muy necesarios. Desde que nacemos y aunque no lo parezca, el cuerpo  busca límites. Los brazos de una madre o de un padre son los límites del bebé.  Estos nos dan seguridad y sentido. Un niño sin límites por parte de sus padres es un niño que no se siente seguro.  Si los límites dan seguridad, imaginad por un momento niño sin límites, ¿a quién acude cuando se siente inseguro? ¿Quién cree el que vela por su seguridad?  ¿Confía en sus padres?

¿Cómo poner límites?

Cuando ponemos límites a un niño estamos diciendo que cosas son seguras o buenas y que cosas no lo son. Siempre debemos hacerlo desde el respeto, la confianza acerca de que lo harán bien, la empatía y sobretodo comunicarlo al niño con todas estas cualidades. En el caso de que lo hagamos gritando, diciendo un “porque lo digo yo y punto” el niño no se sentirá ni valorado ni respetado, ¿a caso nos gusta a los adultos que nos griten o que nos digan “esto lo haces porque lo digo yo”? No, ¿verdad? Expliquemos sin perdernos en largos discursos, seamos claros con los que decimos.  Los límites no siempre gustan,  es posible que cuando marcamos limites  el niño en ese momento tenga  una emoción que no le gusta, para eso tenemos que ayudarle a que entienda las cosas.

Pegar, agredir, golpear o lastimar a un niño no son límites. Por mucho que oigamos frases como “a mí de pequeño me pegaban y no lo volvía a hacer más”. Avancemos un poco, pegar sirve para crear miedo no para educar.

Pero, mi hijo no me hace caso cuando pongo límites…

Debemos atender a las demandas de los niños y siempre ajustar nuestras respuestas. ¿Respondemos a sus demandas con frases del estilo: “ahora no puedo estar por ti”, “vete a tu habitación y juega solo”, o simplemente les enchufamos una tablet para no estar por ellos en ese momento?.  Bien, si hacemos esto estamos transmitiendo a los pequeños que cuando hay una demanda, la respuesta es pasar, con lo cual, cuándo nosotros ponemos un límite pues hace lo que se le enseña, pasar y no hacer ni caso.

Cuando un niño no acepta o se enfada con  los limites que marcamos, no nos desesperemos ni nos enfademos con ellos, no debemos ceder pero tampoco nos ofendamos, son niños, y al fin y al cabo están aprendiendo, ayudémosles que seguro que podemos hacerlo genial si lo hacemos desde el cariño y respeto.

Tened en cuenta que tendremos que repetirlo porque con un simple «no lo toques» no conseguiremos que lo deje de tocar. Lo más probable es que se lo tengamos que repetir varias veces. Pero en eso consiste el establecer los límites: en ser constantes y consecuentes.

Algunos consejos:

  • Ser claros cuando ponemos límites, no nos quedemos cortos de información ni nos perdamos en largas charlas.
  • Mantengamos firmes los límites que queremos poner a los niños, usad un tono de voz firme y respetuoso a la vez.
  • Hablemos en positivo, es mejor decir cómo hacerlo bien que no advertir lo que no puede hacer en negativo. Por ejemplo: ¡no corras! vs ve más despacito.
  • No poner etiquetas diciendo “que malo eres”, cambiemos este tipo de frases por un “ahora no te estás comportando bien”.
  • Recordad que los límites se repiten tantas veces como sea necesario y que les estamos transmitiendo seguridad a los pequeños.

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