Señales tempranas de TEA (Trastorno del Espectro Autista)
Primero de todo, debemos argumentar por qué es necesario la identificación de TEA en edad temprana. Cuanto antes se detecta el TEA, antes se puede iniciar un tratamiento temprano. Este tratamiento va encaminado a maximizar las capacidades del niño/a que le permitan aprender nuevas habilidades y desarrollarse. Cuanto antes se inicia un tratamiento desde la niñez, mayor es probabilidad de efectos positivos en los síntomas.
Durante el segundo año de vida, existe un periodo dinámico de crecimiento cerebral: aumenta el volumen del cerebro y se crean muchas conexiones neuronales. Es aquí cuando, en un niño que tiene TEA, se crean estas conexiones atípicas y que hacen surgir la conducta autística apareciendo, de repente, una regresión en el niño/a. Atendiendo a esta evidencia, si se detecta antes de este crecimiento cerebral y de que los circuitos cerebrales aun no estén establecidos, la intervención temprana favorecerá el desarrollo más optimo y habría un mejor pronóstico.
Evidentemente, no todos los niños son iguales, cada uno tiene su ritmo y adquieren habilidades dependiendo de este ritmo de desarrollo. Aun así, existen unas señales de alarma para poder detectar o intuir el TEA, como por ejemplo: la atención que presta a su alrededor, la forma de interactuar, la adquisición del habla, etc.
Cualquiera de las características por separado no suponen que un niño tenga TEA, pero combinadas con diferentes peculiaridades nos ayuda a poder pensar en la posibilidad de TEA y así hacer una observación más rigurosa.
Las manifestaciones clínicas del TEA pueden variar mucho de unos a otros, como por ejemplo la inteligencia. Como ya dijimos anteriormente, puede ir desde la discapacidad intelectual hasta la alta capacidad intelectual. Las manifestaciones clínicas que suelen ser más comunes son las habilidades de interacción y las alteraciones en las habilidades de comunicación verbal y no verbal.
SEÑALES DE ALERTA
Los primeros signos de alerta se pueden detectar y aparecen alrededor de los dos primeros años de vida:
De los 0 a los 6 meses
- El bebé no mira o tiene una mirada fija.
- No sonríe o parece tener u a sonrisa fijada.
- Es hiposensible o hipersensible en reacción a su entorno.
De los 6 a los 12 meses
- No habla ni se comunica o balbucea constantemente sin sentido.
- No reacciona ante la separación de sus figuras de apego o tiene una reacción excesiva en la separación.
- No inicia relaciones con los demás o inicia relaciones desajustadas en exceso.
- No inicia ningún tipo de relación ni con adultos ni con sus iguales o bien mantiene una relación excesiva invadiendo al otro.
De los 12 a los 18 meses
- No muestra interés en la exploración de cosas nuevas.
- Tiene un apego excesivo por algunos juguetes.
- Muestra sensibilidad anómala ante diferentes inputs sensoriales.
- No dirige la mirada hacia donde se le señala.
- Falta de interés por juegos de interacción.
- No señala para pedir.
- Escaso o ausencia de contacto ocular.
De los 18 a los 24 meses
- No inicia ni muestra interés en juegos compartidos.
- No parece disfrutar de las relaciones con otra persona o niños.
- No realiza frases de más de dos palabras.
- Muestra formas repetitivas de juego.
- Ausencia de juego simbólico.
- A veces parece que no oye, no responde a su nombre cuando se le llama.
- No imita las acciones que otros hacen.
- Repite palabra o frases que oye una y otra vez (ecolalia).
- No juega con los objetos de forma normativa, le llama la atención en exceso lo sensorial y parece entretenerse alineando objetos o juguetes.
- Se altera con los cambios.
- Tiene una forma peculiar de relacionarse con su entorno más cercano.
Estas son algunas de las señalas que pueden alertar a la familia o profesionales del riesgo de TEA y favorecer una correcta derivación para así poder hacer una evaluación que confirme o bien descarte el trastorno. Que un niño/a presente alguno de estos factores de forma aislada no implica que tenga TEA o lo vaya a tener, la combinación de diferentes factores y/o peculiaridades puede indicar que debe haber una observación y un seguimiento.
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