Estrés escolar
En nuestro día a día nos encontramos con niños y adolescentes que presentan altos niveles de ansiedad. En un nivel adecuado, el estrés es sano. Nos mantiene alerta y nos hace actuar ante los cambios y requerimientos. El problema aparece cuando surge la incapacidad por gestionar el estrés y acapara el día a día de los niños. Su excedencia, ya sea por nivel o por prolongación en el tiempo, puede provocar un efecto negativo en los pequeños.
¿Qué provoca estrés a los niños y adolescentes?
Ambiente externo
Las situaciones de evaluación, la sobrecarga de tareas y/o actividades y la carencia de tiempo para estar relajados o hacer sus actividades favoritas son factores estresantes muy comunes. Estos se acentúan en niños con necesidades educativas especiales. También debemos tener en cuenta el ambiente de estudio, el estilo de crianza y el contexto educativo en el que se desenvuelve.
Creencias propias o expectativas
Los niños que sufren este tipo de ansiedad se preocupan en exceso por todo aquello relacionado con la escuela o el instituto. Puede ser debido a sus propias expectativas o a las expectativas que cree que los demás tienen sobre él. La mayoría de los alumnos desean sacar buenas notas pero, por el motivo que sea, no consiguen alcanzarlas. En otras ocasiones, los padres intentan sacar lo mejor de su hijo remarcando la importancia de sacar buenas notas pero él no las consigue. El miedo a defraudar a los seres queridos y/o a sus referentes puede ser tan grande que incapacite en las diferentes actividades. También nos encontramos con niños que requieren de una constante aprobación para poder avanzar o una desorganización tan grande que no saben cómo hacerlo. En estos casos, la principal fuente de estrés es la inseguridad y la baja autoestima que provoca los pensamientos negativos que le conducen a depender de los demás.
Relaciones sociales
Hemos de recordar que en la escuela o en el instituto, los niños y adolescentes están rodeados de compañeros. Por tanto, otro foco de estrés puede deberse a las relaciones sociales. El carecer de amigos, la falta de apoyo emocional o el realizar conductas indeseadas por ser aceptado en un grupo también provoca altos niveles de ansiedad. La falta de habilidades sociales y de una comunicación asertiva puede aumentar la probabilidad de sufrir estrés en la etapa escolar.
¿Qué signos nos indica la presencia de estrés escolar?
Cada niño presenta unos signos diferentes según su tipo de personalidad, su capacidad de comunicación, su inteligencia emocional, etc. A continuación os mostramos algunos para que podáis identificarlos:
- Revisa muchas veces si lleva todo lo necesario en la mochila.
- Comprueba constantemente si ha hecho todas las tareas. Llama a varios compañeros para contrastar la información, revisa las libretas para asegurarse de que ha hecho todos los ejercicios, etc.
- Estudia hasta altas horas de la madrugada aún sabiéndose la lección.
- Repite las tareas hasta estar convencido de que serán lo suficientemente buenas para su profesor/a o sus padres.
- Le preocupa en exceso lo que los demás miembros de la comunidad educativa piensan de él.
- Se muestra siempre en estado de alerta al hablar de temas escolares o académicos.
- Está agotado y se le nota agobiado por la situación.
- Enferma con facilidad (la defensas disminuyen en situaciones de estrés).
- Se muerde las uñas, retuerce su pelo o muerde objetos continuamente.
- Viste según los gustos de los compañeros y no los propios.
- Le da mucha importancia a las relaciones sociales y hace lo posible para ser aceptado en un grupo.
- Muestra actitudes de culpabilidad y remordimientos.
- Le cuesta expresas sus emociones.
- Es tímido y/o muestra dificultades en sus relaciones sociales.
Qué podemos hacer ante el estrés escolar.
En casa
- .Expectativas: Es importante que los padres sean realistas en cuanto a las expectativas que tienen sobre sus hijos. Si mantenemos unas expectativas demasiado altas podemos provocar ansiedad en los pequeños al ver que no se cumplen. Eso no quiere decir que mantengamos unas expectativas bajas ya que le desmotivarían considerablemente. Hemos de ser realistas y aplicar medidas en su justa medida. Vayamos sobre la marcha, viendo cómo evoluciona durante el curso para ajustar las expectativas y ayudarle a superarse sin poner una meta sino con motivación.
- Hablar, hablar y hablar: una buena comunicación es esencial para detectar todas las posibles preocupaciones. La confianza entre padres e hijos permitirá una escucha activa antes los consejos que puedan otorgarse, mejorando su capacidad de resolución de problemas. Por otra parte, indicarles lo que se espera de ellos en todo momento y proporcionar indicaciones, les facilitará la adaptación a los cambios.
- Ambiente familiar: Proporcionemos a los niños un ambiente familiar relajado, en el que pueda expresarse, estar en compañía de sus seres queridos pero a la vez mantener momentos de soledad y de autoconocimiento. Las peleas y los gritos constantes, la falta de rutinas y la inseguridad no favorecen el desarrollo de los pequeños.
- Actividades: realizar sesiones de yoga, deportes u otras actividades que le gusten facilitará la relajación de grandes y pequeños.
En el aula
- Estar disponibles: es importante que el profesor o tutor esté disponible para comentar las preocupaciones de sus alumnos. Así mismo, dar estrategias, indicaciones y comentar de antemano los objetivos a alcanzar, les ayudará a regular sus esfuerzos y a detectar aquello en lo que deben centrarse.
- Habilidades sociales: favorecer la comunicación entre alumnos, estar atento a posibles casos de exclusión o acoso escolar, detectar las necesidades de cada niño y actuar en consecuencia es esencial para hacer que los niños se sientan seguros en el ambiente escolar.
- Intercalar actividades: raro es el caso en el que puedan substituirse las evaluaciones en un centro escolar. Lo que sí se puede adaptar es la carga de trabajo de los niños. Por tanto, intentar no sobrecargar a los niños con tareas, sobretodo en época de exámenes, les facilitará mucho el proceso.
- Momentos de relajación: es muy favorable incluir en el horario diario espacios de reflexión y relajación en el aula. Para ello podemos poner una canción relajante, dedicar unos minutos a la lectura silenciosa, a dibujar o escribir, o realizar actividades placenteras que disminuyan sus niveles de ansiedad.
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