¿Por qué no se recomienda el uso del tactá para bebés?
Hoy en día se habla mucho acerca del uso del tacatá en bebés. Se oyen opiniones de todo tipo, incluso la gran frase de “yo lo usé y no me pasa nada”. Bien, si sois de los que decís esta frase os recomendamos que hagáis un esfuerzo por entender y hacer caso de los avances y las investigaciones que se realizan. De lo contrario, ¿por que no dejamos de usar la lavadora si antes se lavaba bien la ropa a mano?
El tacatá o andador tiene sus riesgos, estos se engloban por una parte en riesgos por accidentes y en otra riesgos en el desarrollo.
Riesgos por accidentes
Estos riesgos son debidos a que el bebé puede moverse de forma excesiva sin tener aun ningún tipo de control o conciencia corporal. Aún no ha madurado ni a nivel físico ni neurológico, con lo cual no verá el peligro y está más expuesto a riesgos.
-Puede ir en el andador y tirar con su manita de un mantel cayéndose todo sobre él.
-El caminador puede caer por las escaleras corriendo un gran riesgo por contusión.
-El caminador puede coger una velocidad (debido a sus ruedas) y chocar la cabeza contra el borde de alguna mesa. También puede causar caídas en lugares peligrosos para un bebé debido a su inercia.
-El bebé siente curiosidad por su entorno, esto le puede llevar a coger cosas peligrosas desde su andador.
Riesgos en el desarrollo
Este tipo de riesgos se deben a que el bebé está colocado en una posición para la cual aún no esta preparado, camina sin caminar.
La posición de un bebé en un tacatá es una posición forzada. Está colgado y su peso corporal recae sobre sus genitales y sobre los deditos de los pies, una posición antinatural. Desde un tacatá, el bebé intenta caminar sin tener la musculación suficiente para hacerlo y es así como hay un riesgo en:
-Retraso en el desarrollo psicomotor.
-Retraso en la adquisición del gateo o la marcha de pie.
Los bebés pasan por una serie de etapas que se acompañan de un desarrollo mental que no debe forzarse. Primero aprenden a sentarse, después gatean y más tarde se ponen en pie para finalmente iniciarse en la marcha. Mientras realizan esta serie de etapas ejercitan habilidades tales como el equilibrio o los conceptos espaciales. Todo esto sucede dependiendo del ritmo propio de cada niño: lo hará cuando esté preparado mentalmente a nivel madurativo. Por lo tanto, cuando colocamos a un a un bebé en un tacatá, su mente no es capaz de reaccionar al movimiento que le proporciona el mismo.
Por otra parte, empezar a “caminar” con un andador hace que la marcha no sea natural. No estamos preparados para empezar a andar en una posición con las piernas separadas o arqueadas, esto conlleva a anomalías en las rodillas y en los pies así como el desarrollo de la espalda.
En resumen, si no forzamos este tipo de movimiento proporcionando un andador, el bebé irá incorporando las nociones en su cuerpo respecto al entorno para así irse desarrollando de forma correcta, siempre a su propio ritmo.
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