5 datos que quizás no conoces sobre las cosquillas
Las cosquillas… ¡cuántas veces habremos escapado para evitar que nos las hagan! Y la de veces que las habremos hecho a nuestros seres queridos… Y es que hacer cosquillas es una expresión de afecto en una buena parte del mundo. Los padres se las hacen a sus hijos pequeños y ellos aprenden a disfrutarlas entre risas. De esta manera, la tradición se perpetúa entre generaciones cuando los que antes eran niños, se las hacen a sus hijos.
¿Te gustan las cosquillas?
Parece ser que en el mundo existen dos tipos de personas: aquellas a las que les gustan que les hagan cosquillas y las que no. Sea como sea, seguro que alguna vez las hemos recibido y de vez en cuando nos gusta hacerle cosquillas a alguien (para hacerle reír o ponerle nervioso, depende del tipo de persona que sea).
El otro día os explicamos les beneficios de la risa (si te perdiste el post, haz clic aquí) y una de las formas más fáciles de conseguirla es haciendo cosquillas. Para animaros a practicar, hemos recopilado 5 datos sobre las cosquillas que probablemente no sepáis.
Hay dos tipos de cosquillas
Existen dos tipos de cosquillas según la literatura científica: la knismesis y gargalesis. La primera se trata de una ligera sensación detonada por movimientos suaves sobre nuestra piel. Estamos hablando de un mecanismo de defensa que aporta nuestro cerebro para evitar picaduras de insectos o pequeños animales en el caso de que se posen sobre nuestra piel.
La segunda, solo se consigue con el contacto físico con otras personas en situaciones lúdicas, relajadas y/o de confianza y se produce al estimular de forma suave o estratégica varias zonas susceptibles que varían según la persona. Las más comunes son las axilas, los pies, la zona superior de la rodilla, etc.
¿Por qué no nos podemos hacer cosquillas a nosotros mismos?
En el caso de las cosquillas de tipo knimesis, no es posible porque no podemos confundir a nuestro cerebro. Él ya sabe que no existe amenaza y, por tanto, no puede haber esa reacción después. En el caso de las de tipo gargalesis, es el cerebelo el que se encarga de prevenir los movimientos que haremos, perdiendo así nuestro factor sorpresa ante las cosquillas.
¿Qué zona cerebral se activa?
Cuando nos hacen cosquillas, se activa la corteza somatosensorial de nuestro cerebro. En ella están representadas todas las partes de nuestro cuerpo y cada una tiene una sensibilidad diferente.
¿Solo los humanos tenemos cosquillas?
No solo las personas tenemos cosquillas si no que muchos animales detectan las coquillas de tipo knimesis. Podemos detectarlas por sus movimientos corporales, de cola etc. que usan para espantar insectos y parásitos que puedan producirles enfermedades.
En cuanto a las cosquillas de tipo gargalesis, tampoco son exclusivas de los humanos. Los primates y algunas ratas, han demostrado tener circuitos cerebrales similares a los nuestros en reacción a las cosquillas.
No es malo hacerle cosquillas a un niño pequeño si seguimos unas pautas
Hay una “leyenda urbana” que dice que está prohibido hacer cosquillas a los niños pequeños. Podemos realizarlas siempre y cuando sean de una forma suave, no brusca, ni forzada. Él mismo podrá indicarte mediante su expresión facial si le gustan o no. Tampoco es bueno hacerlo si tiene sueño, hambre o está relajado.
Es importante tener en cuenta de que cada niño tiene un aguante específico ante las cosquillas. Igual que a los adultos, una estimulación demasiado elevada puede provocar nerviosismo. Si se enfada o llora, para al instante.
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