Los niños y la frustración
Muchas veces escuchamos por parte de los padres frases como:
“Es que en mi hijo no tolera la frustración”, “no soporta perder”, “tiene muy baja tolerancia a la frustración”, “cuando se frustra, monta unos cirios que no hay quien le aguante”…
Hoy hablamos acerca de la frustración en los niños. La frustración es el sentimiento de decepción que se produce cuando no se cumplen nuestras expectativas o nuestros impulsos no son satisfechos.
¿Somos un buen ejemplo?
Antes de empezar tenemos que tener en cuenta que a cada uno le frustran cosas distintas y no por eso menos importantes. A un niño le frustrará que su amigo decida jugar con otro niño, mientras que a un adulto le frustrará que le despidan del trabajo. ¿Quién decide que frustración es más importante?. En este caso si llegamos a casa y le decimos a nuestros hijos que estamos mal porque no tenemos trabajo seguramente para el no sea nada. Igual que si nuestro hijo llega a casa frustrado porque su amigo no ha jugado con el diremos: “no pasa nada, tu juega con otro”. Esto no ayuda a tolerar la frustración. Por lo tanto, cuando decimos que nuestro hijo no tolera la frustración, preguntémonos si nosotros, como adultos, le estamos dando herramientas para ello.
¿Es buena la frustración?
La frustración en si a nadie le gusta, a caso ¿hay alguien que diga?: “a mí me encanta que me frustren para aprender” ¿no verdad?. Pues a los niños es evidente que tampoco, pero en su mundo de niños aun están aprendiendo que es la frustración y como sobrellevarla lo mejor posible.
Los adultos, muchas veces frustramos los planes o expectativas de los pequeños por necesidad. Es evidente que no les dejaremos jugar con un cuchillo por muchas ganas que tengan y estaremos frustrando sus planes, o bien no les daremos una bolsa de chucherías media hora antes de cenar por más que la pidan.
Pero, también a veces les frustramos por no prestarles atención o por tiempo. Decimos que NO a algo que realmente podrían hacer, pero en ese momento estamos haciendo la cena o simplemente estamos cansados y les frustramos sin ningún sentido.
La frustración será buena siempre y cuando haya un equilibrio y sea bien gestionada. Para ello los niños requieren de los adultos.
¿Qué herramientas son necesarias?
- Escuchar: Debemos escuchar la explicación acerca de por qué se ha frustrado el niño. Los pequeños necesitan ser escuchados, que les prestemos atención sobre todo en un momento tan delicado.
- Comprender: Como hemos comentado antes, comprender que cada uno tiene sus frustraciones. A pesar de que el motivo por el que se haya frustrado el pequeño nos parezca poco importante, pensemos que para él lo es. No debemos reírnos nunca por algo que el niño se ha frustrado y que nos parece una tontería. Las frustraciones pueden ir desde un “Juan no ha jugado hoy conmigo” a un “me he mojado un poquito la camiseta”.
- Gestionar: ayudarle a cómo resolver esa situación y a tolerar esa frustración. Debemos poner palabras y explicaciones para ayudar a que vayan aprendiendo a gestionar la frustración. No nos perdamos en monólogos largos, frases breves que le ayuden a entender lo que le pasa.
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